19.2.09

Soberbia se llamaba aquella chica Isela.

 

Si bien es cierto que me ha llevado años, ¡años!, lograr tener paz dentro de mi, también es cierto que nunca me había sentido tan vulnerable. La enfermedad de alguien cercano me hace sentir a mi también enferma, pero de peor manera, no siento dolor, sólo la impotencia de no tener el conocimiento ni la vara mágica para mitigar el sufrimiento. Ahora que apenas me asomo al increíble e inabarcable mundo de la conducta, he notado como a veces  mi soberbia crece y me estrello con la certeza que no soy más que una mortal más.

Ahora entiendo qué es el dolor, cómo funcionan las células respecto a él, que beneficios nos brinda en situaciones extremas, sin embargo, me falta saber cómo puedo actuar contra él cuando no tiene ninguna otra función excepto torturar más el cuerpo.

Sé que existen tratamientos, alternativas, drogas, prótesis, equipos, hierbas, medicamentos, técnicas, sé que podemos seguir, que mi familia puede continuar, sé que no todo acaba, pero en tardes como la de hoy, más que nunca quisiera ser la niña aquella que sólo con mojarse las manos y ponerlas sobre la frente de su madre enferma lograba sacarle una sonrisa, hoy no puedo hacer poco más que drogarla y guiarla al encuentro de un recuerdo hermoso, que la haga asirse a una vida que ya no va más, pretender ignorar que el dolor llegó para quedarse y que reinará en su vida, que no su cuerpo no será más el de antes, hoy lo logré, pero no creo que sirva para momentos siguientes, y aquí me enfrento a mi pobre humanidad, a mi estúpida vanidad, a mi gran pretensión, ¿qué haré la próxima vez? ¿cómo la cuidaré?

Quizá uno de mis dones o deberes sea el cuidar de las personas que comparten su vida conmigo, mis sobrinos, mis padres, mis hermanas, siempre he sido la doctorcita de la casa, soy la doctora corazón de mis conocidos, amigos e incluso de mis ex amantes, me halaga, me enorgullece, pero ¿y luego? ¿quién cuidará de mi? He logrado responderme que no hace falta, no por ahora, he encontrado en mis estudios profesionales la respuesta que necesitaba, guiar la conciencia, la mente para lograr un status de vida mejor, no sólo a nivel intelectual, sino partiendo de ese nivel para manejar las circunstancias de manera positiva. Creo que encontré muchas de mis respuestas, pero estudiar, saber que estoy en el camino correcto no me ha librado por completo de la angustia frente a las enfermedades ajenas; de la impotencia frente a la sinrazón de la violencia; de la falta de palabras de consuelo frente al desamor, la muerte, la pobreza; del rencor, de la rabia frente a la injusticia.

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Pretendo hacer algo benéfico en lugar de matar gente leyendo manos, y aquí, de nuevo me doy cuenta que, aunque ahora lo sé, me enfrento a la verdad, asumo las consecuencias, y estoy lista para la acción de mi vida, no puedo sino entristecerme un poco cuando reconozco que siempre he jugado a ser dios, y véanlo, me ha salido muy mal.

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