24.9.07

Otoño

Soy adicta a la desgracia. Al menos eso se ve al hacer un recuento de mi pasado inmediato. Yo solita me las busco, corro tras ellas, si, como Robinson. Pero ya me cansé. Anoche vinieron Lucy y Nayeli y después de llegar a la recámara de Lucy ya no salimos hasta las 2.3o am sin beber alcohol, ni bailar ni fumar. Nuestro fin de semana rompió la rutina que llevábamos desde hace cuatro meses aproximadamente. Estuvo muy bien para mi, una purga más. Platiqué tranquilamente con Lucy, me sinceré como hace mucho no podía hacerlo con nadie, creo que ni conmigo misma, y me siento liberada, aunque esas verdades ya hayan pasado de moda. La amistad es un bálsamo. Ahora me encuentro más relajada, bueno, aunque ya lo estaba había ciertos episodios diarios dónde no encontraba el sosiego, dónde sólo era memoria, culpa y rencor. Ahora siento como van desplazándose delicadamente los días y el verano se rezaga en los atardeceres, arribando el otoño dulcemente cada noche. Así es siempre, el verano es día, el otoño es la tarde, la dulce, mansa, fresca y limpia tarde. Pero, parece que aún no lo logro por completo, ser Isela, la de a deveras, sigo pensando mal de todo, pienso: por qué tanta tranquilidad, ¿acaso la calma que antecede a la tormenta?... Ay Isela! No, el dicho dice "después de la tormenta viene la calma". Es justo que ahora esté tranquila y contenta luego de que el dolor desolara mi alma. Es justo.
Cierto, lo analizo y es real: todo está bien.
Quiero dar felicidad.
Felicidades, Ningún Lector.

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