4.9.08

Desde la cama

Hoy fue un día gris, entre pardo y gris. Como casi todos los días desde hace unos meses –dos- desperté para irme a trabajar. No pude levantarme, boca abajo parecía que toda la cama se cimbraba al ritmo de mi corazón. Pensé que serían taquicardias, pero me faltaba el aire y sentía el cráneo estallar. Así ha sido la mayor parte del día y entre dormir y sufrir se me ha ido. Me siento enferma y bueno, lo estoy, y pienso en esas absurdas causas de mi enfermedad: tal vez todo sea carencia de amor. Mi corazón no resiste sólo estrés, necesito vivir, y aunque por hoy sigo en la época más relajada de mi vida, veo que mi paciencia empieza a minarse. Hay demasiado mal en el ambiente, demasiada estupidez e hipocresía. Necesito lo cálido y puro de una compañía, pero, vale, sé que no lo hay. No más.

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