12.11.05

A las 4.

I. No puedo huir. Lo intenté, pero tanta memoria me acorrala. II. No sé cómo decírtelo. Te recuerdo como recordarme. Puedo sentir tus latidos, desde el recuerdo, en ti y junto a los míos. Puedo arrebatarte la expresión y posármela sin que alguien sospeche que no soy tú. O yo. Tu sangre. Mi voz es extensión de la tuya; ¡Memoria, memoria! Memoria. Y ahora, el temblor. Caemos sobre mí, ustedes, la memoria, Yo. Caemos sobre mí caos sensorial, memorial, memorioso, memorable. Lo percibimos: cuánto nos amamos, necesitamos; sabemos hasta qué punto los demás no miran en cada una de nosotras a las demás. III Era sábado, seguro. Acurrucadas en el sillón, las cuatro. Tal vez Nana descalza, había ido a la cocina. Veíamos tele. Caricaturas. Eramos personajes de novela sin sospecharlo. Nana siempre atinaba: Chocokrispis. Sandra: hot cakes. ¡Qué sábados! Los invernales eran mejores. Ja, y con qué seguridad digo “los invernales”, tal vez sólo fue uno, que yo eternicé en mi alma. ¡Cómo las quiero! ¡Cómo las extraño! Nunca, nunca nadie sentirá éste desgarre; tal vez sea la única experiencia mía: ésta distancia, no la pueden sospechar, no, no ésta soledad. No, no pueden oír palpitar la ausencia. Por que ustedes sólo sufren una. Yo sufro las cuatro.

Cuando el otoño.

Con estruendo cae el otoño. Un siniestro compás susurra por los callejones, se asoma por turbias nubes. Un aire raro dobla las esquinas. Las grandes avenidas están desoladas. Una gota resbala por la ventana. Uno que otro amor alienta a sobrevivir a la flor y a la mariposa.

Particular Lament. First deep pain.

Toco mi hombro la tarde y el aroma invernal me transportó a la infancia. Aquellos tiempos en que contemplaba a placer cómo se encendían las luces de las casas de la ciudad vecina. Recogidas las rodillas me abrazaba mientras navegaba mi mirada sobre la pequeña superficie de la recién nacida luna. Sé que cuando era niña no temía. No cómo temo hoy. Las borrascas que cuando niña me entusiasmaban, hoy disparan el miedo, se me encoje el alma, no se siente ya igual: el saber, el ser me hace temer. El viento, el olor se arrastra el tiempo necesario y llega de nuevo, desde la infancia hasta éste estado indefinido- quisiera atemporal- incluso la melodía, pero, ésta gran distancia, tiempo, espacio, me parece a veces insalvable. Hoy lo es. No puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, no puedo, estoy rota, no puedo abrazarlos.

3.11.05

Start

de las brasas de una constelación al mundo perecedero, bendecida fue la causa de mi fortuna. y de la tierra perdida en la infancia al mundo perecedero, bendecida fue la causa de mi fortuna. algo que no me han consentido y que ahora busco entre tus huesos, algo que desde tan lejos creí que no era, creí que no era mi estilo. cuando abandones tu sueño sabrás que has muerto y los gusanos siempre están hambrientos. _Bendecida. Hds. la derrota no es una opción y no hay excusas: para siempre me parece mucho tiempo. Para siempre, no hay nada para siempre ... la influencia de la ira y los impulsos de la lengua no tengo toda la vida aun hay cajas con sorpresa. Para siempre. Hds. No sé si mi vida será un caótico conjunto de círculos hilados entre sí, un eterno retorno. O un continuo estreno de sitios, palabras y seres.

La pausa del naufragio.

Qué más podría ser la vida que una resignación ante la muerte. Aceptamos que nuestro único bien es la muerte. Oscuras sendas se tienden ante nosotros constantemente y tomamos siempre la correcta que nos conduce a la infelicidad. Aparentemente joven no tendría necesidad alguna para divagar sobre el fin de la existencia, de mi existencia, sin embargo acosa mi ser este pensamiento y no puedo desembarazarme de él. El fin de mi vida puede ser naufragar eternamente como un Robinson, e igual que él fui advertida de lo innecesario que era partir para encontrar, finalmente, en otros mares lo que existe de sobra en todos: dolor. Y es sólo ese sentir, el dolor, lo que rige la vida, sentir menos o más dolor.