Ya quiero terminar con todo. O que algo termine conmigo. Casi maldigo a mi generación. Tan estúpidamente cambiante o indiferente. O tan absurda como lo que digo. En fin. Que algo termine conmigo, que el dos mil seis termine ya. Eso quiero.
Hoy fue un día raro. Fueron demasiadas emociones inconfesables, nadie puede saber que tanto sentí hoy, escuchando jazz, a Sabina y a Telefunka. Agustín me obsequio Nieve de Pamuk... qué más debía pedir hoy? Una señora me dijo que debía agradecer a Dios por poder trabajar en una librería, tener la oportunidad de aprender de tantos libros y de escuchar canciones tan bonitas como las de Sabina. Me conmovió mucho, y un instante después, con los ojos aguados, pensé en su ingenuidad, por que ella creía que Sabina era un cantante cristiano, y no sé si lo sea, bueno, si Sabina se considere cristiano, pero no creo que como género musical lo sea. Luego de pensar en su ingenuidad pensé en la mía, que divago sobre cosas inútiles [la fe de Sabina] en lugar de centrarme en lo importante de su mensaje, el agradecimiento, por la oportunidad de vivir el día... nada más. En fin, hoy fue un día complicado para mi y casi nadie lo notó, o tal vez nadie, por que los clientes no se fijan en mi mirada, ni conocen mis gestos y mucho menos adivinan que mi distracción no es por vacío sino por revolución interna.
Ojalá no haya más días de estos, al menos hasta que termine el año. Y para qué poner plazo? Para refugiarme en él, para creer que estaré intranquila, pero que el primero de enero, milagrosamente, la madeja de mi vida comenzará a resolverse... Ojalá!
Ningún Lector: [Que también puede ser Rome] Invítame a una posada.... donde haya piñata, ponche, champurrado y tamales...
1 comentario:
Ay, Izelita. Si hubiese leído este post antes, te habría invitado a mi casa, donde hubo de todo eso, menos piñata (aunque te hubiera dejado pegarme a mí). Sigo invitándote: tengo tamales, café y cerveza en mi casa, que es la tuya.
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