Primero un escorpion. Deviene en tu mirada.
Luego tu aguijón y se escurre por mi piel la serpiente gris.
La novia sale blanca del capullo y se revela la muerte.
Las paredes se repiten en jornadas acorralándome en el vértigo.
No hay silencios en el corazón del escarabajo. Pétrea mirada dorada vaga por sus infiernos.
-†-
Después de algunos siglos silenciosos, el alma reparte destellos. Varios enamorados de su antigüedad se pierden en la sensualidad de sus danzas arqueológicas y en los laberintos acariciados por la eternidad. Buscan su orgasmo en sus oraciones plásticas, pero no le conocen. No conocen a la diosa espumada, a zal caracola. No me conocen, vosotros, los enamorados.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario