20.6.05

Mi sitio para su muerte: Por José Carlos Becerra.

Para la ausencia

Hemos abierto los ojos.

La palabra le da de comer al enigma.

El enigma le da de comer a nuestros ojos.

Nos hemos incorporado.

La frente a perdido su temblor nocturno,

Su palidez suscita sombras.

La frente, allí donde hubo ondas como en el agua

Cuando cae un guijarro.

(Pero no hay arrugas ahora

que indiquen la caída de un cuerpo.)

Estamos despiertos.

Pertenecemos a la voz que no volverá a nombrarnos

al epitafio que no hicimos,

al pecho que la noche de otoño dardeó con su brillo.

Hemos abierto nuestra altura,

Nuestra altura profunda como la muerte.

-José Carlos Becerra. (Tabasco, México, 1937-Brindisi, Italia, 1970)

Favorite.

Blues

No era necesaria una nueva acometida de la soledad

para que lo supiera.

Navegaba la mar por un rumbo desconocido para mis manos.

donde el amor moró y tuvo reino

queda ya sólo un muro que avasalla la hierba.

Queda una hoja de papel no en blanco

donde está anocheciendo.

donde goteaba luceros una noche

sobre unos hombros limpios como verdad mostrada,

sólo queda una brisa sin destino.

Donde una mujer fundara un beso,

sólo árboles postrados al invierno.

Y no era necesario decirlo.

El corazón sin que sea una lágrima

puede sombrear las mejillas.

La ventana da a la tristeza.

Apoyo los codos en el pasado y, sin mirar, tu ausencia

me penetra en el pecho para lamer mi corazón.

El aire es una mano que está hojeando mi frente.

mi frente donde la luna es una inscripción,

una voz esculpiendo su olvido.

Como humo la luna se levanta

de entre las ruinas del atardecer.

es muy temprano en ese azul sin rostro.

No era necesario enturbiar la soledad

con el polvo de un beso disuelto.

No era necesario

memorizar la noche en una lágrima.

Labios sobrecogidos de olvido,

pulsaciones de un oleaje de mar ya retirándose,

ruido de nubes que el otoño piensa.

Hay lápices en forma de tiempo, vasos de agua

donde el anochecer flora en silencio.

Hay la rama de un árbol como un brazo esculpido

por algún abandono.

Hay miradas y cartas donde la noche

puso en marcha al vació,

A las frentes que extinguen su remoto color

sobre las letras que enlazan señales de viaje.

Aquí esta la tarde.

Puede enrolarse en ella quien esté enamorado.

Aquí esta la tarde para designar una ausencia.

Suena en mi pecho el mundo

Como un árbol ganado por el viento.

No era necesaria la tarde, tampoco este cigarro cuyo humo

puede ser otra mano evaporándose.

Invernara la noche en mi pecho.

No era necesario saberlo.

No tiene importancia.

Espero una carta todavía no escrita

donde el olvido me nombre su heredero.

Recordando a J.Carlos : Ramón López Velarde camina por Chapultepec (noviembre 2, 1920)

Para despedirme de José Carlos Becerra.

El otoño era la unica deidad.

Renacia

Preparando la muerte,

sol poniente

que doraba las hojas secas.

Y como las generaciones de las hojas

son humanas.

Ahora nos vamos,

pero no importa

porque otras hojas

verdecerán en la misma rama.

Contra este triunfo

de la vida perpetua

no vale nada

nuestra mísera muerte.

Aquí estuvimos,

reemplazando a los muertos,

y seguiremos

en la carne y en la sangre

de los que lleguen.

José Emilio Pacheco.

El otoño recorre las islas.

A veces tu ausencia forma parte de mi mirada,

mis manos contienen la lejanía de las tuyas

y el otoño es la única postura que mi frente puede tomar para pensar en ti.

A veces te descubro en el rostro que no tuviste y en la aparicion que no merecias

a veces es una calle al anochecer donde no habremos ya de volver a citarnos,

mientras el tiempo transcurre entre un movimiento de mi corazon y un movimiento de la noche.

A veces tu ausencia aparece lentamente en mi sonrisa igual que una mancha de aceite en el agua,

y es la hora de encender ciertas luces

y caminar por la cada

evitando el estallido de ciertos rincones.

En tus ojos hay barcas amarradas, pero yo ya no habré de soltarlas,

en tu pecho hubo tardes que al final del verdano

todavía miré encenderse.

Y éstas son aún mis reuniones contigo,

el deshielo que en la noche

deshace tu máscara y la pierde.

José Carlos Becerra.

Mariposa: Luna sublime.

TU ROSTRO SE BORRA.

La luna es una forma de haber amado.

La noche descuella como un astro hundido,

como un cuerpo que ha perdido su desnudez para siempre.

Recuerda la habitación en penumbras,

recuerda la primera cita y atestigua esta puesta de sol,

porque tuya es la inclinación de mi frente.

Y en mi toma cuerpo tu soledad,

en tu mirada ausente se deshacen los astros y las encrucijadas del verano.

Porque tuyo es el panorama que contemplo: ciudad de a excoriación y la ceniza,

reunión de cuerpos donde la destrucción se yergue.

Te vas extinguiendo en mi pecho con las misma soltura con que amanece.

Vuela un ave al final de mis ojos,

tu ausencia se retira de mis actos como si nuevamente

te marcharas.

Pero recuérdalo todo,

Por que la luna es la boca silenciosa de la noche dormida,

La caricia intentada por los muertos.

Recuérdalo todo.

La luna es una forma de haber amado.

- De José Carlos Becerra.

José Carlos Becerra encontró las palabras.

Alguna vez me preguntaste, ¿por qué leerme? Recuerdas Tommy?

COSAS DISPUESTAS

Cada palabra es un sitio para mirarte,

cada palabra es una boca para acercarme a ti,

el otro modo de tomarte por la cintura o por el mundo

cuando tu mirada y el atardecer son la misma persona.

Cada palabra es una lámpara encendida

para verte cuando tú no estás.

Cada palabra te revelará la otra palabra,

el silencio que vas conociendo, el silencio transparente de los amantes

el silencio que se parece al calor de mi mano posada en tu cuerpo

el silencio donde mis besos sacuden la estatura que vacila dentro de tu alma.

Pero cada silencio nos llevará a la palabra que nos refleja,

pero cada palabra es el otro reflejo,

el otro modo de tomarte por la cintura o por el sueño,

por la noche que velan tus fantasmas.

Así sostendré algo tuyo en el mundo,

así cada palabra quedará marcada para siempre.