19.6.05
happy daddy`s day!!!
A mi padre.
He esperado muchos años para comprender la grandeza de tu ser. De niña no te idolatré como suele decirse de los padres, muy al contrario, muchas de tus actitudes eran incomprensibles para mi y tus maneras en ocasiones resultaban toscas. No sabía el porqué de los disgustos de mi madre, era muy pequeña.
Crecí y me sentí herida por muchos de tus actos. Sin embargo, no puedo decir que estaba decepcionada por que no recuerdo que esperara nada de ti, sólo lo “normal”, que me protegieras, que me dieras techo, comida, vestido, lo que nos enseñan en la escuela, tus obligaciones.
Hoy me inundan los recuerdos y me avergüenza haber sido tan ciega. Muchos eventos los dejé pasar sin saborearlos, sé que tus padres no asistieron a tu graduación de la primaria, yo te tuve conmigo siempre, asistías a las entrevistas con mis maestros, me bendecías cada mañana, lo haces todavía, y yo no le daba importancia, era tu obligación; sé que dura fue tu infancia, trabajando bajo el duro sol en los campos zacatecanos, trabajando como un adulto y reprimiendo tus infantiles miedos. Ahora que vivo bajo tu cielo, que vivo en tu tierra veo los valles y te imagino en tu caballo desafiando al destino. Veo cómo luchas con las pequeñas fieras, veo cómo bajo la tradición nació el hombre que me engendró, recuerdo cada fragmento de tu historia dolorosa y claramente apareces como un héroe, no sin sentido como sucedía con mis amigos pequeños, sino cómo lo es un héroe, un hombre divino, que combatió contra la pobreza, que toleró la dura disciplina de sus padres, que inteligentemente no ignoró la presencia de su Dios en los detalles de su vida.
Recuerdo cómo con una dulzura desconocida para mí evocabas las tardes que pasaste con tu abuelo, en tu escuela, en los montes y me asombró tu detallada descripción sobre la siembra, cómo con pasión, descubriste el latir de la tierra, sus ciclos, sus bondades.
Sin duda asumiste tu papel de patriarca, y en tu madurez yo, tu hija, te reconozco como el mejor padre que pude tener.
Reconozco que mis actitudes si eran decepcionantes, no me detenía a pensar mis palabras para no herirte y te recriminé muchas veces la falta de dinero, tus ausencias, tu parquedad.
Hace pocos años un dolor súbito me inundó cuando desperté de un sueño, una pesadilla, en la que tu fallecías. Desperté con la angustia de creer que lo soñado era real y añoré ver tu mirada recia, infinita.
Hace ya años de eso y aún la angustia se agazapa en mi garganta. Pero esa pesadilla provocó dudas en mi: ¿realmente te amaba?, ¿cómo te lo había demostrado hasta entonces? ¿cómo te alabaría ahora?
Creí que deseabas más de mi, pero comprendo que tu sabiduría es grande y eres feliz dejándome elegir mi senda y que escucharte expresa mejor que otra cosa el amor que cultivaste en mi; que me hables de tus padres, de tus miedos, fracasos y éxitos, que me des tu historia es el mejor honor que me puedes hacer, después de darme la vida.
Hoy la vida me hace sentir desasosiego por infinitos motivos, pero ya no me atormenta pensar que no te amé, o que no te lo demostré.
No eres muy mayor aún, tus músculos están sanos y yo también soy una mujer sana, sé que aunque estés lejos me llevas en tu ser y me bendices diariamente. Me alegro de que la muerte no aparezca en nuestro entorno por causa de alguna enfermedad, pero sé que cualquier día puede pasar, y aún así no me atormenta ya esa imagen, aunque la eternidad no bastaría para disfrutarte, agradezco haber despertado a tiempo, y amarte cada día.
Te bendigo Padre, por que aunque nuestra relación no sea como la que llevo con mi madre, que está fundada con palabras y confesiones, sé, por la intensidad de tus miradas, que me dicen todo, por que reconozco en el brillo de tus ojos el ánimo de tu alma que tengo una comunión contigo, que va más allá del linaje, más allá de el cariño normal que tiene un padre por sus críos, me alegra reconocer que nuestro amor fue edificado, que nos queremos por que nos conocemos, por que nos necesitamos y por que sabemos que a pesar de la distancia, nuestra memoria nos anida.
Gracias Papá, por que de ti aprendí lo más valioso: amar libremente. Amar y vivir.
Te amo.
Z a l.
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